(Via La Nueva España)
http://www.lne.es/asturias/2013/11/08/excluidos-wert-se-rebelan/1496371.html
Los excluidos de Wert se rebelan"Nos dejan sin futuro", claman los universitarios obligados a devolver su beca en enero, tras iniciar acciones para que el Principado y el Rectorado asuman parte de los pagos ante el Ministerio
Están desesperados y han decidido pasar a la acción. El medio millar de alumnos de la Universidad de Oviedo obligados a devolver en enero el dinero de su beca del pasado curso por las nuevas condiciones del ministro José Ignacio Wert están dispuestos a dar la batalla antes de tener que abandonar sus carreras. Los afectados iniciaron ayer una serie de reuniones en varios centros que culminarán con una asamblea general para solicitar al Principado y al equipo rectoral apoyo ante el Gobierno central, mediante medidas de emergencia social, como la condonación de la deuda. "La mayoría no somos vagos, sino que tenemos problemas personales que nos impiden dedicarnos de lleno a nuestros estudios", lamentan. Muchas de las historias son dramáticas: padres en paro, trabajos precarios para costear los gastos académicos, noches sin dormir para conciliar exámenes con vida laboral... "Nos dejan sin futuro", claman aferrados a una última oportunidad.
"Parece que sobramos en la Universidad. Hemos llegado al límite", asegura Eva Rodríguez, estudiante de cuarto curso del grado de Ingeniería Mecánica en la Escuela Politécnica de Gijón, que ayer acudió a una de las reuniones, organizada en el hall de la Facultad de Formación del Profesorado y Educación. Esta joven de Cangas del Narcea superó el 45 por ciento de los créditos de asignaturas el pasado curso. Pero tendrá que devolver los 2.000 euros de su beca para movilidad y material debido a que las nuevas exigencias del Ministerio obligan a pasar el 50 por ciento. "No lo conseguí por una sola materia, que estaba dividida en tres partes. Aprobé dos de ellas y me quedó una por muy poco. Le supliqué al profesor que levantara la mano para mantener las ayudas", señala. "La respuesta que me dio es que, si lo hacía, él no podría dormir por las noches", añade entristecida.
Los padres de esta alumna no pueden hacer frente ahora a la devolución del dinero que solicita el Ministerio. "Habría sido mejor que no nos lo hubieran dado. ¿Cómo puede ser que te lo entreguen para luego quitártelo?", se lamenta. "No tuve un buen curso por cuestiones personales y, aun así, casi apruebo la mitad de los créditos de una carrera complicada. ¿Alguien puede decir que soy mala estudiante?", se pregunta.
El endurecimiento de las condiciones para mantener una beca también se ha llevado por delante a Abel Fernández, ovetense que cursa tercero de Ingeniería Industrial en el campus de Gijón, otra titulación exigente. Recibió 1.000 euros en concepto de transporte y material académico. Si nada cambia, tendrá que devolverlos en dos meses porque logró superar el 40 por ciento de los créditos. Ha empezado a trabajar en una pizzería para intentar hacer frente a una cuantía inasumible de una sola tacada para su familia. La única solución para evitar el abandono de sus estudios. "En algunas carreras existen asignaturas tapón, que sólo aprueba el diez por ciento de los matriculados. ¿Es eso normal?", afirma. "Creo que alguien debería seguir más de cerca estos casos porque no siempre la culpa es nuestra. Nunca creí en conspiraciones, pero es preocupante que el índice de suspensos con algunos profesores sea tan alto", destaca. "Más aún si se tiene en cuenta que de ellos depende que no pierdas dinero", remata.
Fernández fue uno de los participantes más activos en el encuentro de la Facultad de Educación, organizado a instancias del Consejo de Estudiantes, máximo órgano de representación del colectivo. Los asistentes, con rostros de preocupación, reclamaron reuniones urgentes para abordar su problemática con la consejera de Educación y Cultura, Ana González, con el rector, Vicente Gotor, y con el Defensor Universitario, Ramón Durán. Y también se pusieron de acuerdo para exigirles soluciones inmediatas. "Sabemos que las condiciones son del Ministerio, pero el Principado y el equipo rectoral están capacitados para mover ficha", indica Santiago Fano, uno de los impulsores de la reunión. "Por eso vamos a solicitar que analicen caso por caso para que se permita devolver el dinero en un mínimo de cuatro plazos muy separados en el tiempo a todos los que no hemos estado de brazos cruzados. O, en su defecto, que nos condonen la deuda y la asuman ellos, como ya ha propuesto la Complutense de Madrid a su comunidad autónoma", concluye.
Por el momento, los afectados han creado una página en la red social Facebook bajo el nombre de Uniovisinbeca para consensuar iniciativas y organizarán nuevas reuniones a lo largo de esta semana. "El año pasado sólo tuvieron que devolver el dinero cuarenta y cuatro estudiantes de la Universidad de Oviedo. Este curso somos más de quinientos (460, según datos oficiales). Está claro que los nuevos requisitos son un abuso", subraya Fano. "Yo estudio mi segunda titulación y logré el premio fin de carrera en la primera. Pasé unos malos meses por asuntos diversos. El castigo es desproporcionado", remata.
Los alumnos afectados tendrán que devolver todo el importe de sus becas, a excepción de los gastos por matriculación. Una cantidad variable, ya que cada beneficiario recibe ayudas de acuerdo a su renta familiar y a sus necesidades específicas. El ovetense Adrián Pilar representa un caso singular. Este joven abandonó sus estudios de Historia hace dos años, después de no haber cumplido las antiguas condiciones para mantener sus ayudas, que tan sólo exigían presentarse a los exámenes equivalentes a un tercio de los créditos, sin tan siquiera tener que aprobarlos. "Mi padre murió y tuve que ponerme a trabajar en el bar familiar. Me resultó imposible cumplir con mis obligaciones como estudiante, aunque me hubiera encantado continuar en la Universidad", comenta. El Estado le reclama ahora 4.000 euros, por las subvenciones percibidas y los sucesivos impagos. "Hacienda me ha dado cinco meses para pagar. Pero yo ni siquiera alcanzo el salario mínimo y mi familia no me puede apoyar", comenta, sin perder la sonrisa, a pesar de su delicada situación.
Su única salida ahora es que la Administración condone su deuda o, al menos, le conceda una rebaja. "Sé que será difícil, pero voy a seguir peleando", dice. Por eso, se agarra a que el Ejecutivo autonómico o las autoridades académicas atiendan su llamada de socorro. "No sé qué hacer. Como para el resto de mis compañeros, mi situación es desesperada", razona mientras se aleja del campus de Llamaquique, evocación de un pasado universitario que ha acabado en desdicha.